Por: Martín Omar Aguilar
El Congreso de la Ciudad de México pasará a la historia como la arena donde la aplastante mayoría de Morena se la pasó, más que legislando por los capitalinos, en una batalla campal por los dineros y las plazas legislativas.
Desde que arrancó esta legislatura, los diputados José Luis Rodríguez y Valentina Batres han acaparado reflectores por haber emprendido un pleito —que ya raya en lo personal—, y que prácticamente ha paralizado los trabajos en Donceles.
Cada uno de ellos ha formado su propio bando, ofreciendo dádivas a sus compañeros que, ni tardos ni perezosos —bueno, perezosos sí—, cierran los ojos y estiran la mano para recibir recursos y plazas de aviadores en el Congreso.
Aunque no es nada extraño que en cada legislatura los diputados acaben llevándose hasta los clips, al menos desde las primeras semanas se ponen de acuerdo con el reparto del pastel, y ya con las carteras repletas se dedican a trabajar.
Pero en esta ocasión, histórica, porque se estrena la Constitución Política de la Ciudad de México, el primer Congreso ha sido un auténtico pantano, por no decir charco, donde se revuelcan todos los días los integrantes de la mayoría.
Con eso de que se quedaron prácticamente con todo, y que la oposición está muy disminuida, al no tener rivales enfrente los morenos se dedican a canibalizarse, con los consecuentes dolores de cabeza para Claudia Sheinbaum.
Si de por sí la jefa de Gobierno jamás ha podido controlar a su fracción, que en más de una ocasión le ha metido el pie, ahora que los curulecos de Donceles han decidido meterse de lleno a la elección de su dirigente nacional, pues peor.
Ya se sabía que —para variar— José Luis y Valentina estaban jalando para diferentes lados, pero ayer no tuvieron empacho en hacerlo público. Sobre todo el diputado, quien difundió un comunicado con varias firmas en apoyo a Mario Delgado y Donají Alba.
Y aunque su contraparte no emitió documento alguno, además de no avalar el comunicado de Rodríguez, queda claro para donde jala Batres, toda vez que Porfirio Muñoz Ledo lleva de compañera a Citlalli Hernández, quien es una posición de Martí en el Senado.
Por supuesto que nadie se espanta de la lucha política interna en los partidos, que es hasta deseable, pero que un bando cuando dice negro el otro en automático diga blanco, no beneficia a nadie, empezando por ellos mismos.
Si los morenos creen que los ciudadanos les darán una “lealtad a ciegas” en las urnas a pesar de lo que hagan, están bien equivocados.
Están dejando pasar la oportunidad histórica de haber integrado el primer Congreso de la Ciudad de México, al que llegaron con amplio apoyo popular… pero del tamaño de las expectativas que generaron, igual será la decepción.